Pedir y tomar

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Para mí una de las cosas más difíciles en la vida es pedir lo que realmente necesito en el momento cuando más lo necesito. Y no habló sobre “pásame la sal”. No tengo problema para aceptar la ayuda ofrecida, pero la gente no es adivina y no me va detrás ofreciendo los que necesito en cada momento. Es atreverme a pedir lo que realmente necesito. Para mí pedir es mostrarme débil y vulnerable. Y no me gusta. Me gusta parecer fuerte y autosuficiente. Sí, parecer, porque no lo soy 24/7. También he de decir que cuando me he atrevido a pedir y se me ha dado, ha sido el regalo más bonito, y esas personas las recordaré con mucho cariño. Solo he pedido en casos de extrema necesidad. Aunque con el tiempo me voy entrenando y lo hago cada vez más y poniéndole consciencia. Es como superarme. El pedir y el tomar están hechos de la misma energía: si no me siento digno de aceptar la ayuda o si tengo miedo al rechazo no me atreveré a pedir.

Tengo muchos clientes que descubren en la terapia este problema. Les cuesta pedir. A las parejas, a los padres, a los amigos, al mundo… Las mujeres raras vez piden a sus hombres lo que realmente necesitan, creen que lo adivinarán, y se enfadan si no consiguen lo esperado, cuando es más fácil decir directamente que es lo que necesitas y los hombres agradecen la ausencia de rompecabezas y los silencios castigosos. Lo mismo se refiere a pedir la ayuda psicológica a un especialista. Es de alguna manera reconocer que solo no puedo. Y hay muchos ámbitos de la vida donde necesitamos ayuda, y no siempre sabemos pedirla. El no poder pedir está conectado directamente con el orgullo, el miedo de mostrar la debilidad, de mostrarse necesitado, debil, pequeño. Y es un falso mito de que es positivo que la gente siempre te vea fuerte, sonriendo y exitoso. Cada uno tiene los momentos duros cuando no puede solo. Y la vulnerabilidad nos hace más humanos y más cercanos. Así que pedid y se os dará! Sin caer en el victimizmo ni el aprovechamiento del otro.

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